Isabel Gutiérrez es
Presidenta del Consejo de la Mujer de la Comunidad de Madrid. Artículo
publicado en Iniciativa Socialista número 48
La violencia contra las mujeres está vinculada al
desequilibrio en las relaciones de poder entre los sexos en los ámbitos
social, económico, religioso y político, pese a todos los esfuerzos de las
legislaciones en favor de la igualdad. Constituye un atentado contra el
derecho a la vida, a la seguridad, a la libertad, a la dignidad y a la
integridad física y psíquica de la víctima y todo ello supone, por lo tanto,
un obstáculo para el desarrollo de una sociedad democrática. La violencia
que padecen las mujeres comprende cuatro modalidades, que van desde la
agresión física -con resultado de muerte en multitud de ocasiones-, la
violencia sexual, la psicológica y la económica.
Los datos estadísticos revelan que entre un 35% y
un 40% de mujeres que viven emparejadas sufren malos tratos físicos o
psíquicos por parte del hombre, lo que permite afirmar que miles de mujeres
están bajo amenaza de muerte.
En 1997, en nuestro país, solamente por
agresiones físicas se han practicado 18.872 denuncias, lo que significa
apenas un 5% de la violencia real, toda vez que la mayoría de los abusos no
se denuncian a la policía, principalmente porque no existen instrumentos
jurídicos, sociales y económicos adecuados que protejan a las víctimas, lo
que hace que la violencia contra las mujeres siga siendo en gran parte un
delito invisible. 75 mujeres, según datos del Ministerio del Interior, han
muerto a manos de sus maridos o compañeros, 3 de las cuales fueron inmoladas
por el fuego; 350 mujeres sufrieron lesiones de consideración, que van desde
el apuñalamiento, fractura de huesos (rotura del tabique de la nariz, rotura
de miembros); otras lesiones de consideración son la pérdida de audición por
rotura del tímpano y la perdida de visión parcial o total de uno de los
ojos; en un porcentaje, no cuantificado hasta el momento, habían sufrido
violación. Y todo ello con el agravante de que la mayoría de los ataques por
el agresor, letales o no, se efectuaron en presencia de sus hijos, creando a
menudo un ciclo de violencia que se perpetúa de generación en generación.
Ante los trágicos acontecimientos que están
saliendo a la luz, surgen las siguientes preguntas ¿Por qué esta oleada de
asesinatos a mujeres? ¿Qué está pasando? ¿No será que la difusión de casos
como el de Ana Orantes, quemada viva en Granada, provoca que se produzcan
más agresiones?
La perplejidad de la sociedad ante tanta
violencia no deja de sorprendernos, cuando las agresiones familiares no son
un fenómeno producto de la sociedad actual, sino una tragedia que ha estado
siempre presente en muchas familias; la mayoría de las personas conocen
algún caso de malos tratos, en el entorno familiar o vecinal, pero se han
silenciado bajo el pretexto de que la violencia doméstica es un asunto
privado.
Con esta actitud, nuestra sociedad está siendo
cómplice de esas muertes, que no podemos por menos que calificar de
auténtico terrorismo doméstico. Tampoco debemos olvidar que la mortalidad de
mujeres por esta causa, supone diez veces más que el número de víctimas que
se cobra el terrorismo político y la sociedad no ha reaccionado. ¿Es que la
vida tiene diferente valor, según se trate de una mujer o de un político?
Y queremos decir BASTA YA a tanta violencia, a la
pasividad de los gobiernos que no aplican una política adecuada que prevenga
y persiga esta violencia, a la ligereza con que jueces y fiscales aplican
leyes que permiten al agresor acercarse a su víctima, cuando no se les
condena a vivir bajo el mismo techo (el 98% de las víctimas muertas había
denunciado y estaba separada o en trámites de separación del agresor).
Reclamamos al Gobierno medidas de carácter
urgente y permanente, y no meras declaraciones de intenciones, producto de
la precipitación, insuficientes y carentes del contenido necesario para
llevar a cabo un verdadero plan de choque, elaboradas sin contar con las
Organizaciones de mujeres y sectores sociales afectados, algo impensable
cuando se tratan otras materias (no se entendería que el Gobierno acometiera
un plan contra las drogas o una reforma laboral, sin antes haber consultado
con Asociaciones y Sindicatos implicados).
Las Organizaciones de mujeres, haciendo suyas las
conclusiones de la Conferencia Mundial sobre la Mujer de septiembre de 1995
en Pekín, hemos propuesto, entre otras, las siguientes medidas:
De carácter permanente
- Promover el desarrollo de alianzas entre las
Organizaciones de mujeres, en el ámbito nacional e internacional, así como
con todas aquellas instituciones que están llamadas a intervenir en los
casos de violencia a mujeres, para coordinar y proyectar unidas un activismo
para la lucha, encaminado a eliminar la violencia de la vida de las mujeres.
- Realización de campañas de sensibilización,
dirigidas a romper los estereotipos sexistas, que propician la violencia de
género.
- Propulsar a los poderes públicos para que
determinen espacios en todos los medios de comunicación, que permitan la
denuncia pública y la condena de actitudes y comportamientos violentos
masculinos hacia la mujer y sus hijos e hijas.
De carácter urgente
- Promover la acción del Gobierno sobre la
violencia y los abusos sexuales, desde la perspectiva de los derechos
humanos de las mujeres y como una cuestión de justicia social.
- Articular la figura del extrañamiento para el
agresor, en todos los casos donde esté presente la violencia.
- Transmitir a la Judicatura el mensaje
correspondiente sobre las consecuencias de la violencia de género para que
se tramite, siempre que se demande, las medidas previas.
- Llevar a cabo las reformas pertinentes en el
Código penal, con el fin de que las penas guarden relación con la entidad y
gravedad de los delitos de agresión a las mujeres.
- Que se introduzca en la formación de jueces,
policías, abogados y agentes sociales, la materia de la violencia que las
mujeres soportan en el ámbito familiar, social y laboral.
- Que se arbitren los recursos necesarios con
dotación institucional, para la creación de casas de acogida de urgencia y
centros de recuperación integral para mujeres maltratadas, gestionados por
organizaciones de mujeres expertas en violencia.
- Que se prioricen programas específicos de
atención jurídica y psicológica para las mujeres, niños y niñas víctimas de
la violencia.
- Creación de una fiscalía específica
concerniente a la violencia de que son objeto las mujeres y los menores en
el ámbito familiar o doméstico.
Medidas a corto plazo
- Introducir en el sistema educativo materias
relativas al Principio de la Igualdad, a las relaciones de cooperación entre
los sexos y el reproche y la censura hacia las actitudes y comportamientos
que generen violencia de género.
- Que se desarrollen campañas de sensibilización,
dirigidas a la sociedad y mantenidas en el tiempo, para favorecer el cambio
de mentalidad y romper con los tópicos y los mitos que dividen la sociedad
por géneros.
- Que se establezca en las salas de guardia de
las comisarías el espacio pertinente para atender de forma individual e
íntima a las víctimas de violencia de género.
- Que los servicios arriba indicados estén
dotados con mujeres especializadas en esta materia.
- Que se elabore un protocolo policial y
sanitario que sirva de referente a los profesionales de estas ramas, a la
hora de abordar la problemática de la violencia de género.
Y a la sociedad le reclamamos la misma capacidad
de respuesta que, afortunadamente, manifiesta cuando se produce un acto de
terrorismo político y la suficiente sensibilidad y colaboración para que,
con su denuncia, se eviten más agresiones y muertes.
Recientemente se ha constituido el Foro de Madrid
contra la violencia a las mujeres, en el que participan las organizaciones
de mujeres de la Comunidad, el Consejo de la Mujer, Secretarías de la Mujer
de la Federación Socialista Madrileña PSOE, Izquierda Unida y Partido
Democrático de la Nueva Izquierda, con el fin de incidir ante las
instituciones públicas y en la sociedad madrileña, así como dar la oportuna
respuesta desde el Movimiento asociativo de mujeres a este tipo de violencia
y acabar con este silencio que estriba en conceptuar el maltrato a la mujer
como sucesos esporádicos y naturalizados dentro de la relación de pareja,
siendo así que se trata de un problema con entidad política, fruto de una
ideología sexista, que vulnera los derechos fundamentales y humanos de las
mujeres obviando su condición de persona, limitando su libertad y autonomía
hasta el extremo de disponer de sus vidas.
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